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El proyecto Una portátil por niño/a u OLPC (del inglés "One Laptop Per Child") fue un proyecto centrado en la distribución de una computadora portátil fabricada con el propósito de proporcionar, a cualquier niño/a del mundo, información, la posibilidad de construir conocimientos y armas para obtener acceso a las tecnologías de la información como una forma moderna de educación. El proyecto iniciado por Nicholas Negroponte contaba con el apoyo y colaboración de Google, AMD, Red Hat, News Corp, Brightstar Corp y otras empresas.[1]
La computadora portátil se basaba en una plataforma GNU/Linux, y era eficiente en utilización de la energía, de manera que con un sistema mecánico incorporado de tipo manivela se pudiera generar suficiente energía para su operación. Un dispositivo de conectividad inalámbrica permitía que los aparatos se conectasen entre sí y a Internet desde cualquier sitio. Estos portátiles eran vendidos inicialmente a los gobiernos y entregados a los niños en las escuelas bajo el principio "una computadora para cada niño".
El portátil de $100, como es conocido en términos coloquiales, a fecha de diciembre de 2007 se vendía en Estados Unidos por parejas por $199.50 cada uno en la iniciativa G1G1 (Give One Get One, "Dona Uno, compra uno"), y también a través de su canal de venta, para el que fue diseñado, la compra por gobiernos de países en desarrollo.
El OLPC fue desarrollado por la organización One Laptop Per Child. La OLPC era una organización sin ánimo de lucro con sede en Delaware, creada por catedráticos del Laboratorio de Multimedia del MIT para diseñar, fabricar y distribuir estas computadoras portátiles.
A esta computadora portátil XO-1 también se le conoce como La máquina verde. Los promotores del proyecto quieren dejar claro que no es un producto creado para vender (en principio), sino que es sobre todo un proyecto educativo.
El proyecto OLPC fue sujeto de mucho debate. Fue aclamado por ser pionero por proponer un portátil de bajo consumo y bajo presupuesto, inspirando variantes como los Eee PCs o los Chromebooks; por asegurar consenso a nivel ministerial en muchos países de que la alfabetización digital es una parte fundamental de la educación; por crear interfaces que funcionaban independientemente del idioma del usuario incluso si este no sabía leer, sin requerir saber inglés. Fue criticado desde diferentes lados debido a su enfoque demasiado centrado en los Estados Unidos, ignorando otros problemas mayores, por sus altos costes de fabricación, mal mantenimiento y formación, y por su escaso éxito. En 2014, después de unas ventas decepcionantes, la fundación cerró.